Racing igualó 0 a 0 ante Huracán demostrando una vez más la poca ambición que tiene cuando le toca ser protagonista de verdad. El Globo manejó en todo momento el ritmo del partido y tuvo en William Alarcón al futbolista que ordenó la orquesta de todos sus ataque, jugando en todo momento con intención. Por el contrario, el equipo de Costas fue absolutamente tibia y rescató un punto de Parque Patricios, gracias a la enorme actuación de Gabriel Arias. Penoso por donde se lo mire.

En la noche del sábado, Racing no pudo redimirse del papelón en Junín. A pesar de querer cortar el ritmo que el elenco local propuso, jamás pudo hacer pie en las transiciones directas que llevaron al conjunto de Frank Kudelka a ser amo y señor del partido. De hecho, la decisión táctica de sumar a Santiago Sosa en la mitad de la cancha para sumar mayor aplomo no resultó para nada. Al contrario; al canterano de River Plate le costó hacer pie y estuvo impreciso.

La asfixia permanente de Fattori, Echeverría y Alarcón fueron demasiado para la visita. Para colmo, a los 13 minutos del primer tiempo, Nardoni tuvo que salir lesionado y Costas, en vez de meter en cancha de Zuculini eligió a Baltazar Rodríguez (de flojísima actuación). El juvenil no se hizo cargo del juego y tampoco colaboró en la recuperación del balón. Su desempeño justifica el motivo por el cual no es titular en este equipo.

El que sí estuvo en la cita del Palacio fue Gabriel Arias. El neuquino se convirtió en el villano de todo el equipo quemero con salvadas dignas del certamen 2018/2019, donde La Academia coronó el torneo con el título. Los cabezazos de Rodrigo Echeverría y Fabio Pereyra lo encontraron a contrapierna, pero bien ubicado para enviar ambos frentazos al corner. Como es costumbre, La Academia volvió a sufrir los centros cruzados.

Las oportunidades con las que contó el equipo albiceleste durante los primeros 45 minutos fueron por medio de Baltazar Rodríguez, Maravilla Martínez (exigiendo una gran respuesta de Galíndez) y por un remate sin ángulo de Johan Carbonero, que dio de lleno en la parte externa de la red.

En la segunda mitad, con menos ritmo pero la misma ambición, Huracán volvió a ir. Se hizo cargo por completo de la posición que ocupa en la tabla (líder absoluto y único invicto del torneo). Nuevamente Alarcón volvió a aparecer en escena y a rematar desde afuera del área. Le faltó finura para la definición y para abrir un marcador que, muy probablemente, Racing jamás hubiera podido igualar; mucho menos doblegar. Algo que en todo el proceso de Costas jamás ocurrió, por cierto.

El remate de Baltazar Rodríguez a los 31 minutos del complemento, por encima de Galíndez, le pudo haber dado la victoria al conjunto de Avellaneda. Un premio mayor que nunca buscó y que hubiera significado un castigo grande para el Globo por la gran cantidad de situaciones que contó a lo largo de todo el partido.

En lo que refiere a Racing, el equipo volvió a ser insípido, abúlico e inexpresivo. Para coronar a fin de año, no le va a alcanzar ganando de local y penando de visitante. A lo sumo, podrá (con suerte) clasificar a la Copa Libertadores. Una ambición muy básica para un plantel que representa el tercer presupuesto más alto del fútbol argentino. Párrafo aparte para el entrenador, que se puso a sí mismo una vara alta (que dirigir a Racing de por sí ya la tiene) pero no lee correctamente los partidos ni corrige lo que es evidente desde cualquier punto de vista.

 

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